Tanto para un profesor como para un entrenador, creo que es imprescindible trabajar con los padres del alumno o el futbolista. Es decir, formar un equipo para alcanzar el objetivo que se pretende: desarrollar el máximo potencial del niño.

Pues bien, en el mundo del fútbol base, muchos compañeros no piensan de igual modo. De hecho, algunos clubes restringen el contacto entre entrenadores y padres, para no dar lugar a malentendidos. Y es que muchos pueden pensar que los padres se acaban entrometiendo en su trabajo, sintiéndose presionados.

En mi opinión, creo que la clave es encontrar un punto en el que el profesional actúe en base a su criterio, contando con la colaboración de los padres. Algunos niños expresan espontáneamente lo que piensan, otros tienen más dificultad aun preguntándoles y otros probablemente dicen lo que creen que quieres escuchar. Así que es necesario conocer, a través de sus padres, cómo se sienten.

Será fundamental que ese equipo de entrenador-padres sea uno, en el que ambas partes sean conscientes de la importancia de su papel. Destaco así dos cualidades esenciales para formar ese gran equipo: paciencia y empatía.

Por mi parte, seguiré poniendo toda mi ilusión y mi esfuerzo (con mis aciertos y mis errores), para que los niños de nuestro equipo alcancen su máximo potencial en un ambiente en el que jugadores, entrenadores y padres disfrutemos.

Y tú, ¿qué opinas?

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